miércoles, 11 de diciembre de 2013

Falta de oxígeno, apagón en el cerebro




Dr. José de J. Valencia Rodríguez
Cuando ignoramos las características de alguna enfermedad no sabemos cómo actuar cuando se le presenta a un ser querido, sobre todo si éste es tan cercano como nuestro abuelo. Eso pasa con los ataques isquémicos transitorios, es decir, falta de oxigenación al cerebro que puede dejar graves secuelas.
Es muy probable que usted haya estado platicando con una persona de la tercera edad y, repentinamente, observe que pierde el hilo de la charla, olvida el tema del que hablaba y posteriormente retoma sus actividades como si no hubiese ocurrido nada, situación que en muchas ocasiones causa alarma e incluso pánico.
Este tipo de manifestaciones se definen como ataques isquémicos transitorios (AIT), es decir, supresiones súbitas del aporte de sangre al cerebro y, por consiguiente, de oxígeno, cuya causa se identifica con la obstrucción o estrechamiento de las arterias que irrigan al encéfalo. El bloqueo o angostamiento descrito produce pérdida momentánea de la conciencia, lo que puede durar segundos o fracciones de éstos.
En realidad, este tipo de ataques pueden considerarse parte del proceso natural de envejecimiento, pero existen enfermedades asociadas que favorecen que se presenten con mayor regularidad, entre ellas diabetes, hipertensión arterial (presión arterial elevada), deshidratación, obesidad, sedentarismo (inactividad) y casi todos los tipos de cáncer. Mención aparte merece la ateroesclerosis, padecimiento en el que se forman placas de ateroma, es decir, grasas derivadas del colesterol y triglicéridos en el interior de las arterias del cuerpo.
Reconocimiento
Vale la pena enfatizar en que al momento en que se presenta esta situación se advierte que el anciano detiene repentina y transitoriamente la actividad que estaba realizando, sin dirigir su mirada a un punto específico. Después de breves momentos reanuda su conversación o actividad y todo le parece normal; para él, nada ha sucedido; en ocasiones, hay pérdida del equilibrio o del conocimiento.
Los AIT que se repiten o tienen una duración extraordinaria (algunos segundos) pueden causar daño cerebral permanente, además de que son una señal de la posibilidad de un problema mayor, como embolia (obstrucción parcial o total del torrente sanguíneo, ocasionada por un cuerpo o coágulo).
Algunos expertos médicos, entre ellos los neurofisiólogos, aseguran que hay pacientes que pueden sufrir hasta 200 ataques isquémicos transitorios en 24 horas. Sin embargo, cabe destacar que la falta de oxigenación no es medible, y los ataques pueden manifestarse desde fracciones de segundo (en su mayoría así ocurre) hasta durar algunos segundos. Cuando su duración supera un minuto o más se denomina infarto, el cual provoca la muerte del área en donde esa arteria o arteriola (de menor diámetro) irriga.
Recordemos que los daños que sufre el cerebro por falta de oxígeno son permanentes y no se recuperan, porque las neuronas (células cerebrales) son las únicas del cuerpo que no se regeneran. Al hablar de infarto cerebral, ya sea por sucesión de ataques isquémicos o un verdadero infarto, es común que se manifieste lo que conocemos como hemiplejia (medio cuerpo pierde la movilidad), hasta daños en diferentes partes del cuerpo que correspondan al área del cerebro afectada.
Qué se debe hacer
Si la falta de oxígeno es grave, deberá llamarse a una ambulancia que cuente con servicio de terapia intensiva para trasladar al afectado a un hospital cercano, pero mientras llega la ayuda deberá ser atendido por alguien que se encuentre sereno, que no se deje llevar por el pánico.
Quien auxilie al paciente deberá tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
Si cayó al piso, no lo levante, solamente que exista el riesgo de estar lesionado.
Coloque la cara del afectado de lado, para evitar que trague su saliva o secreciones, pues de esta forma se cumple la primera regla de toda atención de urgencias: que tenga sus vías aéreas o respiratorias libres.
Retírele la corbata o cualquier prenda que le oprima el cuello y la cintura.
Revise que nada obstruya la respiración y si usa placas dentales retíreselas para evitar que se ahogue.
Deberá vigilar que hayan movimientos respiratorios y pulso, y verificar la conciencia del adulto mayor.
Es conveniente elevar un poco sus piernas para ayudar a que la circulación venosa sea más fácil, y alejar a curiosos que en la mayoría de las ocasiones sólo entorpecen la situación.
Considere lo siguiente, si se trata de un AIT "común y corriente", la emergencia se superará rápidamente y antes de 1 ó 2 minutos la persona estará consciente, aunque un poco confundida, pero recuperándose.
Finalmente, debe mencionarse algo fundamental: hay que efectuar masaje al corazón sólo si se tiene la certeza de que éste ha dejado de latir, ya que en la mayoría de las ocasiones, al practicar masaje cardíaco, se fracturan costillas y se lesionan los pulmones.
Que no vuelva a suceder
Una persona que ha tenido esta desagradable experiencia deberá preocuparse permanentemente por controlar su peso y lípidos (grasas), en particular triglicéridos y colesterol de baja densidad (LDL), así como seguir una dieta que incluya abundante cantidad de antioxidantes (vitaminas A, C y E, principalmente).
Por supuesto, deberá evitar fumar y no podrá excederse en el consumo de alcohol, además de controlar el estrés y beber mucha agua (al menos 2 litros al día). Asimismo, será indispensable que haga ejercicio, sin pensar en caminar 5 ó 10 kilómetros, sino establecer el hábito de recorrer entre 30 y 45 minutos diariamente.
Por otra parte, una vez que se ha diagnosticado un ataque isquémico o incluso infarto, se deben prescribir medicamentos como ácido acetilsalicílico en dosis de 100 mg. al día, además de fármacos que disminuyan el colesterol y la presión arterial, si es que estos padecimientos forman parte de la historia clínica del paciente.
A manera de conclusión es preciso dejar claro que los varones tienen mayor riesgo de sufrir estos ataques, ya que los estrógenos (hormonas femeninas) son eficaz escudo que protege a las mujeres de los AIT y también de los infartos.
Como puede observar, la indiferencia no cabe en esta enfermedad, pues la falta de atención oportuna determina que se incremente el riesgo de complicaciones. Recuerde, nuestro cuerpo casi siempre envía señales de alerta que no debemos ignorar.
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