Falta de oxígeno, apagón en el cerebro
Dr. José de J. Valencia Rodríguez
Cuando ignoramos las características
de alguna enfermedad no sabemos cómo actuar cuando se le presenta a un ser
querido, sobre todo si éste es tan cercano como nuestro abuelo. Eso pasa con
los ataques isquémicos transitorios, es decir, falta de oxigenación al cerebro
que puede dejar graves secuelas.
Es muy probable que usted haya estado
platicando con una persona de la tercera edad y, repentinamente, observe que
pierde el hilo de la charla, olvida el tema del que hablaba y posteriormente
retoma sus actividades como si no hubiese ocurrido nada, situación que en
muchas ocasiones causa alarma e incluso pánico.
Este tipo de manifestaciones se
definen como ataques isquémicos transitorios (AIT), es decir, supresiones
súbitas del aporte de sangre al cerebro y, por consiguiente, de oxígeno, cuya
causa se identifica con la obstrucción o estrechamiento de las arterias que
irrigan al encéfalo. El bloqueo o angostamiento descrito produce pérdida
momentánea de la conciencia, lo que puede durar segundos o fracciones de éstos.
En realidad, este tipo de ataques
pueden considerarse parte del proceso natural de envejecimiento, pero existen
enfermedades asociadas que favorecen que se presenten con mayor regularidad,
entre ellas diabetes, hipertensión arterial (presión arterial elevada),
deshidratación, obesidad, sedentarismo (inactividad) y casi todos los tipos de
cáncer. Mención aparte merece la ateroesclerosis, padecimiento en el que se
forman placas de ateroma, es decir, grasas derivadas del colesterol y
triglicéridos en el interior de las arterias del cuerpo.
Reconocimiento
Vale la pena enfatizar en que al
momento en que se presenta esta situación se advierte que el anciano detiene
repentina y transitoriamente la actividad que estaba realizando, sin dirigir su
mirada a un punto específico. Después de breves momentos reanuda su
conversación o actividad y todo le parece normal; para él, nada ha sucedido; en
ocasiones, hay pérdida del equilibrio o del conocimiento.
Los AIT que se repiten o tienen una
duración extraordinaria (algunos segundos) pueden causar daño cerebral
permanente, además de que son una señal de la posibilidad de un problema mayor,
como embolia (obstrucción parcial o total del torrente sanguíneo, ocasionada
por un cuerpo o coágulo).
Algunos expertos médicos, entre ellos
los neurofisiólogos, aseguran que hay pacientes que pueden sufrir hasta 200
ataques isquémicos transitorios en 24 horas. Sin embargo, cabe destacar que la
falta de oxigenación no es medible, y los ataques pueden manifestarse desde
fracciones de segundo (en su mayoría así ocurre) hasta durar algunos segundos.
Cuando su duración supera un minuto o más se denomina infarto, el cual provoca
la muerte del área en donde esa arteria o arteriola (de menor diámetro) irriga.
Recordemos que los daños que sufre el
cerebro por falta de oxígeno son permanentes y no se recuperan, porque las
neuronas (células cerebrales) son las únicas del cuerpo que no se regeneran. Al
hablar de infarto cerebral, ya sea por sucesión de ataques isquémicos o un
verdadero infarto, es común que se manifieste lo que conocemos como hemiplejia
(medio cuerpo pierde la movilidad), hasta daños en diferentes partes del cuerpo
que correspondan al área del cerebro afectada.
Qué se debe hacer
Si la falta de oxígeno es grave,
deberá llamarse a una ambulancia que cuente con servicio de terapia intensiva
para trasladar al afectado a un hospital cercano, pero mientras llega la ayuda
deberá ser atendido por alguien que se encuentre sereno, que no se deje llevar
por el pánico.
Quien auxilie al paciente deberá tomar
en cuenta las siguientes recomendaciones:
Si cayó al piso, no lo levante,
solamente que exista el riesgo de estar lesionado.
Coloque la cara del afectado de lado,
para evitar que trague su saliva o secreciones, pues de esta forma se cumple la
primera regla de toda atención de urgencias: que tenga sus vías aéreas o
respiratorias libres.
Retírele la corbata o cualquier prenda
que le oprima el cuello y la cintura.
Revise que nada obstruya la
respiración y si usa placas dentales retíreselas para evitar que se ahogue.
Deberá vigilar que hayan movimientos
respiratorios y pulso, y verificar la conciencia del adulto mayor.
Es conveniente elevar un poco sus
piernas para ayudar a que la circulación venosa sea más fácil, y alejar a
curiosos que en la mayoría de las ocasiones sólo entorpecen la situación.
Considere lo siguiente, si se trata de
un AIT "común y corriente", la emergencia se superará rápidamente y
antes de 1 ó 2 minutos la persona estará consciente, aunque un poco confundida,
pero recuperándose.
Finalmente, debe mencionarse algo
fundamental: hay que efectuar masaje al corazón sólo si se tiene la certeza de
que éste ha dejado de latir, ya que en la mayoría de las ocasiones, al
practicar masaje cardíaco, se fracturan costillas y se lesionan los pulmones.
Que no vuelva a suceder
Una persona que ha tenido esta
desagradable experiencia deberá preocuparse permanentemente por controlar su
peso y lípidos (grasas), en particular triglicéridos y colesterol de baja
densidad (LDL), así como seguir una dieta que incluya abundante cantidad de
antioxidantes (vitaminas A, C y E, principalmente).
Por supuesto, deberá evitar fumar y no
podrá excederse en el consumo de alcohol, además de controlar el estrés y beber
mucha agua (al menos 2 litros al día). Asimismo, será indispensable que haga
ejercicio, sin pensar en caminar 5 ó 10 kilómetros, sino establecer el hábito
de recorrer entre 30 y 45 minutos diariamente.
Por otra parte, una vez que se ha
diagnosticado un ataque isquémico o incluso infarto, se deben prescribir
medicamentos como ácido acetilsalicílico en dosis de 100 mg. al día, además de
fármacos que disminuyan el colesterol y la presión arterial, si es que estos
padecimientos forman parte de la historia clínica del paciente.
A manera de conclusión es preciso
dejar claro que los varones tienen mayor riesgo de sufrir estos ataques, ya que
los estrógenos (hormonas femeninas) son eficaz escudo que protege a las mujeres
de los AIT y también de los infartos.
Como puede observar, la indiferencia
no cabe en esta enfermedad, pues la falta de atención oportuna determina que se
incremente el riesgo de complicaciones. Recuerde, nuestro cuerpo casi siempre
envía señales de alerta que no debemos ignorar.
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